lunes, 30 de junio de 2014

CONFLICTO EN EL ORIENTE A LA LUZ DEL SIGLO XXI

urante varios siglos, el pueblo judío vivió dividido en varios países del mundo, especialmente en Europa, en lo que se conoce por Diáspora. La convivencia de éstos con el resto de europeos no siempre fue fácil, las persecuciones y pogroms especialmente en la Europa del Este a finales del siglo XIX fueron determinantes para la aparición y auge del sionismo político, que reclamaba un Estado propio para todas las comunidades judías dispersas por el mundo. Los sionistas culturales subrayaban la importancia que tenía convertir a Palestina en un centro para el crecimiento espiritual y cultural del pueblo judío. En la época en la que se fundó el sionismo, Palestina formaba parte del Imperio Otomano y estaba habitada por cristianos y musulmanes en su gran mayoría, y una pequeña comunidad de judíos religiosos que, aunque minoritaria, tenía una implantación significativa especialmente en Jerusalén y alrededores.
Primera Guerra Mundial
Mapa del territorio bajo el Mandato Británico de Palestina antes de la creación del reino de Transjordania.
En 1914 el Imperio otomano decidió entrar en la Primera Guerra Mundial y el gobierno británico empezó a ver al movimiento sionista como un posible aliado en una guerra que parecía desarrollarse mal para los aliados. Hacia 1917, David Lloyd George y Arthur Valor, primer ministro y secretario de exteriores respectivamente, buscaban alianzas que pudieran mejorar el curso de la guerra. Se consideró entonces que los judíos podrían ser doblemente útiles, ayudando a sostener el frente oriental y estimulando el esfuerzo bélico estadounidense. Fue así como se produjo el 2 de noviembre de 1917 la Declaración de Valor, por la que el Reino Unido se declaraba favorable a los planes sionistas de creación de un hogar nacional judío en Palestina. La victoria sobre los otomanos dejaría al gobierno británico con el control de Palestina en los siguientes treinta años, en forma de Mandato de la recientemente creada Sociedad de Naciones
Durante los años 20 el número de judíos en Palestina se incrementó notoriamente: en 1922 su número era de 83.790 sobre una población total de 752.048; en 1929 había 156.481 en una población total de 992.559, duplicando su población en siete años. La inmigración judía se canalizaba a través de la Organización Sionista Mundial, cuya figura principal era Jaime Weizmann, y vinculada con la Agencia Judía para Palestina, que ejercía como un gobierno para los judíos de Palestina, comprando tierra y construyendo escuelas y hospitales. La principal figura de la organización hacia la mitad de los años treinta era David Ben Gurión.La filosofía de Ben Gurión y sus colegas era la de construir Sión, forjando una nación judía.] Los árabes no poseían instituciones similares a las que los judíos estaban desarrollando, debido al feudalismo que aún existía y que permitía a los clanes más poderosos dominar a la mayoría de la población, destacando los continuos enfrentamientos entre los Husseinis y Nashashibis.
Palestina estuvo relativamente tranquila entre 1922 y 1928, momento en que se desató la violencia en Palestina en forma de enfrentamientos entre árabes y judíos y entre los propios árabes en la Barrera Oeste de Jerusalén. En agosto de 1929 estos enfrentamientos se saldaron con la Matanza de Hebrón, de Safed y de otras comunidades judías palestinas en 1929. El resultado de estos incidentes fue la muerte de 133 judíos y 116 árabes, y una reinterpretación a la baja de la Declaración Balfour y de las aspiraciones sionistas: dos comisiones británicas, bajo el mando de Walter Shaw y John Hope-Simpson, intentaron redefinir la política británica en Palestina, identificando el miedo de los árabes ante la inmigración y la compra de tierras por parte judía como principal causa de las dificultades entre ambas comunidades. La recomendación de Hope-Simpson de que las características del territorio sólo admitirían 20.000 inmigrantes judíos más, provocó el rechazo de los sionistas.

Historia de la casa de Pizarro

n los inicios de la Conquista del Perú, los españoles fundaron diversas ciudades. Muchas de ellas estaban asentadas sobre antiguas ocupaciones urbanas incas.
En 1534, encontrándose Hernando Pizarro, como adelantado, en el Santuario de Pachacamac, envió una expedición para buscar un emplazamiento estratégico en donde se fundaría la ciudad que, más tarde, se convertiría en la capital del Virreinato.
Los expedicionarios llegaron al valle de Lima y hallaron una cultura establecida, cuyo centro administrativo estaba edificado en torno de una plaza principal. Tanto la cercanía al mar y la fertilidad del valle, como un cerro alto y la infraestructura de dicho emplazamiento permitieron considerar a Francisco Pizarro la conveniencia de fundar allí la Ciudad de los Reyes, denominada protocolarmente "La muy noble, muy digna y muy leal Ciudad de los Reyes del Perú".
La ceremonia de fundación se realizó en el lugar que en la actualidad ocupa la Plaza Mayor, el 18 de enero de 1535. De inmediato se procedió a repartir los terrenos entre los conquistadores presentes y entre los antiguos vecinos de Jauja y San Gallán, de acuerdo al plano trazado por Diego de Agüero, quien dividió el espacio en 117 manzanas. Cada una de éstas comprendía cuatro solares o terrenos.
La casa del Gobernador Francisco Pizarro fue construida de una manera sencilla, con un patio al centro, y un jardín en el que sembró una higuera que existe hasta nuestros días.
Al iniciarse la vida republicana, la antigua Casa de los Virreyes se convirtió en la Casa de Gobierno de la República del Perú, en cuyas instalaciones funcionaron también varios ministerios.
En 1926, el Presidente Augusto B. Leguía encargó al arquitecto francés Jean Claude Antoine Sahut Laurent el diseño del nuevo Palacio de Gobierno. Pero, en 1932 se paralizaron las obras.
Posteriormente, fue el Presidente Oscar R. Benavides quien encargó al arquitecto Ricardo de Jaxa Malachowski que completase la construcción. Los trabajos se iniciaron el 4 de agosto de 1937 con la demolición de la parte antigua. No fue hasta el año siguiente que se dio término a la obra, tras lo cual se inauguró oficialmente el Palacio de Gobierno.

Los Salones Pedro Potenciano Choquehuanca y Eulogio Eléspuru Deustua
El Salón Choquehuanca -al que se ingresa por la calle Palacio- recibe su nombre en homenaje a los soldados que ofrendaron sus vidas defendiendo Palacio en el ataque que éste sufrió el 29 de mayo de 1909, durante el primer gobierno del Presidente Augusto B. Leguía.
En un lado del salón se encuentra un busto dedicado al patriota Choquehuanca, así como un retrato del Virrey Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos, de autor anónimo, que data del siglo XVII.
El diseño del Salón Eléspuru, que corresponde al estilo del Renacimiento español, incluye un hermoso artesonado que permite conocer el trabajo en madera que se tornó típico de la época colonial. La serie de arcos de medio punto, de influencia morisca, realza la belleza del mosaico utilizado en el piso. Trabajado en mármol italiano, este piso muestra un fino diseño donde destaca el color y la calidad del material.
En este ambiente se exhiben dos calesas presidenciales. La primera calesa -de invierno-, que data del siglo XIX, fue encargada a la empresa británica Peters and Sons, que la construyó con madera y hierro. En su interior se observa, en la parte del techo, bordado en hilos plateados y dorados, el Sol de los Incas y, en sus puertas, el Escudo Nacional. En la segunda calesa -de verano-, fabricada por la empresa francesa Kellner, también se ha utilizado madera y hierro.
Ambas calesas fueron utilizadas hasta 1974 en ocasiones especiales, como la ceremonia de presentación de cartas credenciales de los embajadores. Los últimos cocheros que las condujeron fueron los señores Tomás Meza y Alfredo Huallasco.
Denominado así por sus impresionantes dimensiones, el Gran Hall es el primer espacio de Palacio al que se accede por la Puerta de Honor, por donde ingresan las más importantes autoridades.
En sus flancos se aprecian hermosas columnas y relieves trabajados en estucado en yeso, decorados con pinturas y pan de bronce. El diseño del piso de mosaicos de mármol italiano presenta al Sol geométrico en el centro, rodeado por diversas y complejas decoraciones.
El Gran Hall se pueden apreciar, además, en toda su magnificencia, los vitrales que integran el techo del enorme ambiente. El espléndido trabajo, influido por el art nouveau -en boga en la primera mitad del siglo XX- ilumina el espacio interior con una tenue luz.
Finalmente, en el Gran Hall se exhibe una galería de bustos que representan a personalidades de la historia de América Latina -del escultor Miguel Bacca Rossi- y dos esculturas de los Libertadores de América, Bolívar y San Martín, cuyo autor es el artista Luis Agurto.

A través del Gran Hall se accede a la residencia del Presidente de la República, en cuyo interior se hallan otros salones importantes y un patio sevillano en donde se conserva, hasta nuestros días, la higuera que sembró Francisco Pizarro.
En el segundo piso del Gran Hall existe una galería decorada en estucado en yeso blanco. En este piso se encuentra el salón de reuniones del Consejo de Ministros.
EL GRAN COMEDOR
iseñado por el arquitecto Ricardo Jaxa Malachowski, el Gran Comedor constituye uno de los espacios más atractivos de Palacio. Su estilo recuerda a los elegantes salones coloniales de la época del Barroco. Son destacables el tallado de los zócalos, el impresionante artesonado con vigas talladas y sus dos suntuosos balcones -cuyo diseño se basa en el estilo colonial de Lima-, que esconden salas de música para orquestas de cámara con que se amenizaban las reuniones realizadas en el Gran Comedor. El tallado, a cargo del maestro E. Laya, fue ejecutado por la empresa Ciurlizza Maurer.
Lo que más impresiona es la hermosa araña de cristal, ubicada al centro del salón, cuya construcción se encargó -como tres más pequeñas- a Checoslovaquia. La gran araña, que pesa aproximadamente una tonelada y media, se ilumina con 175 focos.
Entre las obras artísticas que adornan el Gran Comedor se debe mencionar seis hermosos lienzos de la época colonial. Los cuatro que están situados en los extremos del salón pertenecen al artista A. Brueghel, del siglo XVII, en tanto que los otros dos que aparecen al lado de la puerta de ingreso son del artista napolitano Jerónimo Cenatiempo, del siglo XVIII.
La capacidad del Gran Comedor permite invitar a 250 comensales y sus hermosas sillas lucen en el dorso un estampado dorado del escudo de Francisco Pizarro.

En este salón se firmó, en 1980, el Tratado de Paz entre Honduras y El Salvador. Asimismo, desde aquí impartió la Paz al Perú, en 1985, el Papa Juan Pablo II. Por este motivo se le conoce también con el nombre de Salón de la Paz. Las placas que conmemoran ambos acontecimientos se encuentran en el vestíbulo que antecede al Gran Comedor.
Anteriormente conocido como Salón Francisco Pizarro, adquirió su nueva denominación, Salón Túpac Amaru, en la década del 70, durante el Gobierno del General EP Juan Velasco Alvarado, debido a la política nacionalista y a la admiración que el referido gobernante profesaba al precursor de la Independencia del Perú.
El Salón Túpac Amaru
Anteriormente conocido como Salón Francisco Pizarro, adquirió su nueva denominación, Salón Túpac Amaru, en la década del 70, durante el Gobierno del General EP Juan Velasco Alvarado, debido a la política nacionalista y a la admiración que el referido gobernante profesaba al precursor de la Independencia del Perú.
En el salón predomina el estilo neocolonial. Mide 35 m. de largo y está dividido en tres cuerpos: una rotonda central de 11 m. de diámetro y dos alas laterales de 12 m. de largo por 8 m. de ancho. En la rotonda se puede apreciar una hermosa cúpula de madera con una farola de vitrales en el vértice. En los ángulos inferiores de la rotonda, cuatro hornacinas se advierten relieves en yeso con motivos incaicos, producidos por la inspiración de Daniel Casafranca.
Este salón fue el primer comedor oficial de Palacio, con una capacidad que albergaba a 172 comensales. Quedó en desuso cuando se construyó el nuevo Gran Comedor en la época del Presidente Benavides.
En la actualidad se utiliza para las conferencias de Prensa del Presidente de la República y de los Ministros de Estado, así como para la celebración de diversos actos oficiales.

EL SALON SEVILLANO
En el salón predomina el estilo neocolonial. Mide 35 m. de largo y está dividido en tres cuerpos: una rotonda central de 11 m. de diámetro y dos alas laterales de 12 m. de largo por 8 m. de ancho. En la rotonda se puede apreciar una hermosa cúpula de madera con una farola de vitrales en el vértice. En los ángulos inferiores de la rotonda, cuatro hornacinas se advierten relieves en yeso con motivos incaicos, producidos por la inspiración de Daniel Casafranca.
Este salón fue el primer comedor oficial de Palacio, con una capacidad que albergaba a 172 comensales. Quedó en desuso cuando se construyó el nuevo Gran Comedor en la época del Presidente Benavides.
En la actualidad se utiliza para las conferencias de Prensa del Presidente de la República y de los Ministros de Estado, así como para la celebración de diversos actos oficiales.
II HISTORIA DE LAMBAYEQUE
Diversas etapas de la ancestral cultura peruana se han desarrollado en Lambayeque, existen hallazgos que datan desde los tiempos de los cazadores nómades hasta culturas tan sofisticadas como los Mochica, los Sicán o los Chimú. Alrededor del siglo I d.C. diversos señores Mochica dominaron la región, logrando un alto nivel de producción agrícola y desarrollo artístico. Hacia el siglo VII d.C. el poder Mochica colapsó para dar paso a otras influencias provenientes del sur vinculadas a la cultura Huari a partir de las cuales, nació una nueva expresión cultural local conocida como Sicán. Contaban los antiguos lambayecanos que mucho tiempo atrás, apareció ante los pescadores una gran flota de balsas extrañas. Los recién llegados venían dirigidos por un señor muy bien ataviado llamado Naylamp, "Gran Ave del Mar". Sorprendido por la laboriosidad y destreza de los habitantes de la zona, Naylamp decidió mandar construir un templo para alojar a la imagen de Ñam Pallec, un ídolo de piedra que era su retrato. Los vecinos de los alrededores no dejaban de sorprenderse por el buen gobierno de este señor, poco a poco, fueron integrándose a sus dominios. Un día, Naylamp desapareció. Según los sacerdotes le habían brotado alas y había emprendido el vuelo. Fueron sus descendientes, entonces, quienes debieron mantener la tradición. Este mito nos cuenta los orígenes de una de las culturas más importantes de la costa norte, la cultura Lambayeque o Sicán, un pueblo de agricultores y navegantes cuyo desarrollo alcanza su apogeo alrededor del siglo VIII d.C. Los Sicán lograron un dominio magistral en el trabajo con metales. Las joyas encontradas en las tumbas muestran que contaron con grupos de orfebres altamente especializados. Hacia inicios del siglo XV, una nueva influencia arribó a Lambayeque, los Chimú, ellos conquistaron el territorio y más tarde los Incas incorporaron estas tierras al Tahuantinsuyo. La presencia hispana en Lambayeque se consolidó con la fundación de la ciudad del mismo nombre en 1553 y la de Zaña en 1563, ésta ciudad que tuvo que ser abandonada como consecuencia del desborde del río Zaña que la destruyó por completo. Lambayeque se convirtió a inicios del siglo XIX en uno de los principales focos patriotas; sus acciones implicaron no sólo la recaudación de dinero para la causa, sino también formar parte de los tropas que enfrentaron decididamente al ejército realista. Ya entrada la República, se desarrollaron con éxito en la zona las haciendas productoras de azúcar y arroz. FOLKLORE En Lambayeque se cultivan diversas manifestaciones culturales, que van desde alegres bailes como la Marinera y el Tondero, hasta las peleas de gallos de pico y los Caballos Peruanos de Paso montados por expertos chalanes (domador, entrenador y jinete del Caballo de Paso Peruano). Además, en muchos pueblos, se practica la medicina tradicional o el curanderismo, acto en el que eel curandero o shamán recurre a hierbas y ritos mágicos para aliviar los pesares de la gente.